Seleccionar página

Supongo que conoces el símbolo de la foto de portada, ¿verdad? Aunque quizá no hayas oído nunca su verdadero nombre. Se llama taijitu, y es un símbolo que representa los conceptos de la filosofía china del yin y yang y del taiji, o principio generador de todas las cosas. Siempre me ha gustado este símbolo, aunque reconozco que suelo hacer una interpretación bastante libre de su significado y hoy quería compartir con vosotros una de estas interpretaciones.

Volvamos por un momento al título, ¿dónde prefieres vivir? Lo primero que tengo que decir es que no es un dónde geográfico, es un dónde emocional, aunque supongo que a estas alturas esto ya no debería sorprender a nadie. Una vez aclarado esto, vamos con la reflexión de turno ;)

Creo que la vida se asemeja mucho a un taijitu. Hay cosas buenas, malas, muy buenas y muy malas, y si preguntamos a nuestro alrededor sobre lo que cada uno piensa que predomina en su vida podríamos clasificar a las personas dentro de estos cuatro grupos: mi vida es genial, no está mal, podría estar mejor, y el triste mi vida es una mierda. Sin embargo, deberíamos entender de una vez por todas que somos nosotros los que podemos elegir a cuál de estos cuatro grupos queremos pertenecer.

Imaginemos, por establecer un criterio, que blanco es bueno y negro es malo, ¿ok? Si tenemos una actitud positiva ante la vida siempre tendremos un punto blanco en medio de la inmensidad negra, un oasis en el que refugiarnos. Si por el contrario nuestra actitud es negativa, aunque estemos en la mitad donde predomina el blanco nosotros nos refugiaremos en nuestro micromundo negro. Siempre hay un fallo para el que lo quiere encontrar, una queja para el que no quiere disfrutar, un problema para el que no busca soluciones.

Es sencillo pensar que la vida es genial cuando todo va bien. El auténtico reto, y la clave para vivir la vida en su máximo esplendor, es seguir pensando que la vida es genial cuando las cosas se tuercen. Y no es distorsionar la realidad e ignorar las circunstancias, es asumirlas, no pelear contra ellas y buscar siempre ese punto blanco. ¡Y su tamaño es directamente proporcional a nuestra creencia sobre su existencia!

No podemos negar la realidad, pero si podemos decidir cómo queremos actuar sobre ella. Nuestro estado de ánimo cambia, entre otras muchas cosas, nuestra percepción. Ya va siendo hora de hacer una mudanza, ¿no crees?