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Cambiaré cuando…

Se acerca el inicio de un nuevo año y como siempre mucha gente hará una lista de buenos propósitos. Este año voy a hacer más deporte, voy a comer mejor… ¿Por qué esperar? Si de verdad quieres cambiar algo, ¡hazlo ya! Y lo que es peor, y un poco más doloroso, ¿qué sucedió con los buenos propósitos del año pasado?

Y es que empezamos mal desde el principio. Solemos seguir el siguiente patrón, «cambiaré cuando…». En cuanto empiece el año me apunto al gimnasio, cuando tenga más tiempo libre leeré más, a partir del lunes dejo de fumar, les trataré de otra forma cuando ellos cambien… hay un millón de ejemplos. Y estaréis conmigo en que no es un patrón del que podamos obtener muy buenos resultados, ¿verdad? Sin embargo, lo que si nos da es una gran cantidad de excusas para evitar sentirnos mal con nosotros mismos.

Las personas solo cambiamos de verdad cuando nos damos cuenta de las consecuencias de no hacerlo
Mario Alonso Puig

El cuarto de segundo mágico del secuestro emocional

Quizá todavía no hayáis escuchado el término «secuestro emocional» (si me conoces seguro que sí), pero todos hemos sido secuestrados muchas veces. ¡Algunos incluso varias veces al día! En las situaciones críticas la amígdala (llamémosla cerebro emocional o primitivo) toma el control sobre el neocórtex (cerebro racional, moderno, evolucionado), lo que significa que perdemos la capacidad de razonar y actuamos por instinto. Y este instinto no es más que una serie de respuestas automáticas que en algún momento de nuestras vidas aprendimos, y que ahora repetimos sin juicio alguno.

El problema es que suele ser en la infancia donde se establecen todas estas respuestas automáticas y, espero que estéis todos de acuerdo conmigo, sin duda no es la mejor edad para decidir cómo vamos a comportarnos el resto de nuestras vidas. Pensar por un momento en la típica discusión de enamorados. Son como niños, ¿verdad? ¿Y cuándo el jefe explota? Comportamiento infantil, irracional… ¿lo vas pillando? ;)

Lo que en su momento fue un mecanismo perfectamente válido para la supervivencia del ser humano -salir corriendo ante un peligro es tan válido para un niño como para un adulto- deja de tener sentido en la vida actual. Hace mucho que salimos de las cavernas pero nuestro cerebro no evoluciona tan deprisa.