Seleccionar página

¿Cuánto son 2 más 2?

No nos enseñan a pensar, nos enseñar a responder. A solucionar problemas. Bien, pero, ¿qué preguntas?, ¿qué problemas?. Veamos un ejemplo que se me quedó grabado a fuego en el cerebro la primera vez que lo escuché.

¿Cuánto son 2 más 2? Está claro que todo el mundo es capaz de responder a esta pregunta sin realizar ningún esfuerzo cognitivo. Y tiene su utilidad, no puedo negarlo. Sin embargo creo que se queda corta. Pensemos por un momento en esta otra pregunta, casi igual, pero que para mi representa muy bien como debería ser la educación. ¿Cómo podemos conseguir un 4? Podemos sumar 2 más 2, restarle 1 a 5, dividir 8 entre 2… ¡hay infinitas respuestas! Y cada cual más simple o más compleja, ya que también podríamos haber respondido raíz cuarta de 16 ó 23.477.416 entre 5.869.354. Incluso operaciones de varias lineas llenas de símbolos raros de esos que utilizan los matemáticos. Y todas y cada una de las respuestas son igual de válidas.

¡Atrévete!

Tenemos que atrevernos más. Tenemos que enamorarnos de la incertidumbre y casarnos con la confianza. El objetivo del ser humano como especie es la supervivencia, pero como individuos de una sociedad avanzada como la nuestra tenemos otros objetivos muy diferentes. Busca lo que de sentido a tu vida y agárrate a ello como si de tu vida misma se tratase. Al fin y al cabo, al menos en teoría, solo se vive una vez. ¡Atrévete!
Atrévete a intentarlo.
Si quieres algo tienes que atreverte. Perdemos oportunidades a diario por no atrevernos, pero nuestro cerebro es tan «listo» que ha aprendido a defenderse de la ansiedad que puede generar una afirmación así distorsionando la realidad y/o desviando nuestra atención hacía sitios «menos dañinos». No vemos lo que nos hace daño hasta que resulta demasiado evidente, un mecanismo de defensa cortoplacista más que no está adaptado todavía al ritmo de vida actual. A todos se nos pasan millones de ideas por la cabeza pero pocas veces conseguimos reunir las fuerzas necesarias para ponerlas en marcha. ¿Cuál es el motivo?

Atrévete a fallar.
Todos lo hacemos, todos fallamos en incontables ocasiones. Y aunque muy pocos de esos «errores» sean realmente críticos, la trascendencia que les otorgamos cuando todavía no han sucedido es tan grande que casi siempre nos paraliza. Fallar es bueno, y si bien no es necesario desde un punto de vista meramente teórico, es evidentemente real en lo práctico. Deja de ver los fallos como algo malo y empieza a verlos como una ayuda para conseguir lo que te propongas. Atrévete, equivócate, y disfruta haciéndolo. Pero para hacer realidad un sueño hace falta algo más.

Motivación y madurez

Mientras leía hace ya unos meses Los Secretos de la Motivación, de José Antonio Marina (uno de mis últimos descubrimientos y que ha pasado a formar parte de mis autores españoles favoritos), se me pasó en más de una ocasión por la cabeza la idea de que la motivación tiene diferentes grados de madurez. Si no recuerdo mal en el libro José Antonio hablaba de cuatro tipos de motivación, y mirando un poco hacia mis adentros descubrí la siguiente correlación. Ya me contaréis si os encaja ;)

La motivación hedonista. El placer. Todos conocemos este tipo de motivación, y creo sin duda que es la más fácil y temprana de todas. Es fácil tener ganas de hacer algo cuando ese algo nos retorna placer de forma inmediata. Un tipo de motivación muy potente, pero también muy peligrosa para el ser humano del siglo XXI, ya que es demasiado cortoplacista y como hemos hablado en más de una ocasión, las reglas del juego han cambiado.
El ser social. La fama, el reconocimiento. Manadas, tribus, sociedades… está claro que somos seres sociales, y a medida que vamos madurando empezamos a sentir la necesidad de posicionarnos dentro de nuestro grupo, y nace entonces este segundo tipo de motivación: el reconocimiento social. Queremos que los demás reconozcan nuestra valía y eso nos motiva para desarrollar todo nuestro potencial, aunque en ocasiones también puede hacernos actuar de forma equivocada. Otro día hablamos sobre esta necesidad de apariencia en la que algunos se quedan anclados de por vida.

Sentirse capaz, sentirse útil. Si seguimos en la escala de maduración nos encontramos con este tercer tipo de motivación. Ya hemos aprendido que en ocasiones nuestros actos no pueden ser guiados solo por el placer, y hemos empezado a desarrollarnos para posicionarnos en nuestro grupo. Pero queremos más. Sentimos que falta algo. Necesitamos sentirnos capaces y sentirnos útiles. La sensación de autosuperación, de estar aportando algo al mundo, empieza a ser para algunos un buen arma para mantener la motivación necesaria para realizar algunas tareas, como por ejemplo la formación contínua de toda una vida. Por desgracia no todo el mundo alcanza este tercer nivel.

Críticas, ¿las escuchas o las discutes?

Escucho muchas veces eso de «a mi me encantan las críticas, ¡pero solo las constructivas!». Si bien es cierto que las críticas deberían ser siempre así, constructivas, hoy quiero hacer una pequeña reflexión sobre lo que de verdad depende de nosotros. No podemos decidir como van a ser las críticas que recibamos, pero si podemos elegir qué queremos hacer con ellas.

Debemos evitar llevar las críticas al lado personal. No es fácil, nos están atacando y queremos defendernos, pero con esa reacción no conseguiremos nada bueno. Veo con demasiada frecuencia como muchas personas, ante una crítica, buscan la manera de tirar por tierra los argumentos que están siendo utilizados en su contra. Si la crítica falla, yo gano. ¿Seguro?

Queridas circunstancias

No podemos vivir sin ellas. Están siempre ahí, a nuestro lado, incansables. Y en ocasiones llegan a ser un verdadero sumidero de energía. Precisamente por eso tenemos que aprender a convivir con ellas y prestarles «sólo» la mínima atención posible. Si no acabaremos viviendo nuestras circunstancias, y no nuestra vida. Y tú, ¿qué prefieres vivir?

Una de las cosas más difíciles que he aprendido es aceptar la frustración cuando algo que no me gusta está fuera de mi alcance. Soy bastante peleón, inconformista y todos esos «palabros» que están tan de moda últimamente y que incitan al «todo es posible». Si bien es cierto que «en teoría todo es posible», eso no significa que podamos cambiar cualquier cosa a nuestro antojo. Significa, más bien, que si intentas todo lo que está en tu mano es bastante probable que algún día lo consigas. Y este es el motivo de que no podamos quedarnos viviendo en nuestras circunstancias.

Intentar todo lo que está en nuestras manos lleva implícito un mensaje tremendamente útil, y es que no debemos invertir más energía que la necesaria en cosas que están fuera de nuestra zona de influencia. Tenemos que decidir si de verdad podemos hacer algo para cambiar una situación -y si es así, ¡hazlo!-, o si por lo contrario tenemos que asumir la imposibilidad del cambio y buscar rutas alternativas. Lo bueno es que siempre hay alternativas, y aunque no formen parte del camino tan bonito que habíamos imaginado, sin duda forman parte de los caminos reales.