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Si hay algo de lo que nos tenemos que adueñar es de nuestro tiempo. ¡Es nuestra posesión más importante! Lloro cuando oigo cosas como «aquí, matando el tiempo». ¿Matando el tiempo? ¿En serio? ¡Regálamelo a mí! No digo que tengamos que estar todo el día haciendo cosas, digo que tenemos que adueñarnos de nuestro tiempo. Si queremos descansar, ¡hagámoslo! Pero no perdamos el tiempo.

Si existe una pérdida irremplazable, sin duda es la pérdida tiempo.

Los que me conocéis bien sabéis que tengo una costumbre algo diferente a la hora de ponerme las alarmas del móvil (para despertarme, para tomarme mis pastillas…). Me gusta utilizar horas raras. Por ejemplo, ahora mismo mi despertador suena cada mañana a las 8:24 y me recuerda a las 21:32 que ya debería haberme tomado mis pastillas. ¿Queréis saber por qué lo hago?

Lo primero, ¡porque es divertido! Solemos asociar las alarmas con obligaciones y no es algo que nos suela gustar. Pregunta a tu alrededor a cuántos les gusta cuando suena su despertador y recibirás pocas respuestas positivas. También porque es diferente, y eso me ayuda a recordar que son mis decisiones y puedo hacerlo cuándo y cómo yo quiera.

Es posible que ahora mismo te estés diciendo a ti mismo -¡menuda chorrada!- Aún así, te invito a probarlo. ¡Cambia ahora mismo la hora a la que tu despertador te da los buenos días! Si eres de los que siempre llegan tarde adelántala unos minutos. O retrásala 3 minutos y hazte un regalazo cada mañana ;)

No vas a llegar antes por adelantarla, ni mucho más tarde si la retrasas, pero te recordará tu decisión y quizá eso sí consiga tu objetivo. Solemos medir el tiempo por lo que hacemos, y tenemos que empezar a medirlo por lo que podemos hacer. Tenemos que empezar a aprovechar el tiempo, y sobre todo tenemos que adueñarnos de el. Todos podemos hacer en 28 minutos lo que solemos hacer en 30. Solo tenemos que decidir cuanto tiempo queremos invertir, ¡y hacerlo!

Un par de minutos bastan para soñar toda una vida. Así de relativo es el tiempo.