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Críticas, ¿las escuchas o las discutes?

Críticas, ¿las escuchas o las discutes?

Escucho muchas veces eso de «a mi me encantan las críticas, ¡pero solo las constructivas!». Si bien es cierto que las críticas deberían ser siempre así, constructivas, hoy quiero hacer una pequeña reflexión sobre lo que de verdad depende de nosotros. No podemos decidir como van a ser las críticas que recibamos, pero si podemos elegir qué queremos hacer con ellas.

Debemos evitar llevar las críticas al lado personal. No es fácil, nos están atacando y queremos defendernos, pero con esa reacción no conseguiremos nada bueno. Veo con demasiada frecuencia como muchas personas, ante una crítica, buscan la manera de tirar por tierra los argumentos que están siendo utilizados en su contra. Si la crítica falla, yo gano. ¿Seguro?

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El trabajo en equipo y las alternativas

El trabajo en equipo y las alternativas

Después de muchos años trabajando con muchos y muy diferentes equipos aprendes a reconocer cierto tipo de patrones, y esta mañana ha aparecido uno en el equipo con el que estoy trabajando. A ver si os resulta familiar ;)

El escenario es una reunión en la que se plantea un problema y una posible solución rápida para salir del paso (las prisas del mundo de los negocios, que os voy a contar). Empiezan a aparecer diferentes supuestos y diferentes alternativas y se empieza a discutir sobre cuál podría ser la mejor opción, sin llegar a consenso. La reunión se alarga innecesariamente y al final nos damos cuenta que la última parte no ha aportado ningún valor… ¿os suena?

¿Por qué hacemos esto? Si hablamos de trabajo en equipo hay algo que no podemos olvidar y es que todo el mundo quiere aportar valor, y que este sea reconocido. El problema es que nuestro cerebro, con sus queridos sesgos cognitivos y sus mecanismos de defensa -que desvían nuestra atención para evitar todo lo que nos genera ansiedad, como puede ser confiar en un plan que no hemos pensado nosotros-, en ocasiones hace que planteemos alternativas que no aportan más valor que la idea original, aunque nos hagan sentir, equivocadamente, más seguros.

No intentes que tu opinión importe, intenta que tu opinión aporte

No hay una única forma de hacer las cosas, y cuando existe cierta incertidumbre (como en el escenario que planteaba) este número crece de forma exponencial. Todo son supuestos originados de forma defensiva: ¿y si pasa esto? ¿afectaría a lo otro? ¿has tenido en cuenta no se qué? ¿y el tiempo? Y para cada supuesto una supuesta respuesta. Todo muy bonito, todo imaginación. Nada real.

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Queridas circunstancias

Queridas circunstancias

No podemos vivir sin ellas. Están siempre ahí, a nuestro lado, incansables. Y en ocasiones llegan a ser un verdadero sumidero de energía. Precisamente por eso tenemos que aprender a convivir con ellas y prestarles «sólo» la mínima atención posible. Si no acabaremos viviendo nuestras circunstancias, y no nuestra vida. Y tú, ¿qué prefieres vivir?

Una de las cosas más difíciles que he aprendido es aceptar la frustración cuando algo que no me gusta está fuera de mi alcance. Soy bastante peleón, inconformista y todos esos «palabros» que están tan de moda últimamente y que incitan al «todo es posible». Si bien es cierto que «en teoría todo es posible», eso no significa que podamos cambiar cualquier cosa a nuestro antojo. Significa, más bien, que si intentas todo lo que está en tu mano es bastante probable que algún día lo consigas. Y este es el motivo de que no podamos quedarnos viviendo en nuestras circunstancias.

Intentar todo lo que está en nuestras manos lleva implícito un mensaje tremendamente útil, y es que no debemos invertir más energía que la necesaria en cosas que están fuera de nuestra zona de influencia. Tenemos que decidir si de verdad podemos hacer algo para cambiar una situación -y si es así, ¡hazlo!-, o si por lo contrario tenemos que asumir la imposibilidad del cambio y buscar rutas alternativas. Lo bueno es que siempre hay alternativas, y aunque no formen parte del camino tan bonito que habíamos imaginado, sin duda forman parte de los caminos reales.

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¡Qué demonios!

¡Qué demonios!

Acabo de terminar el último libro de Dan Ariely «Por qué mentimos… en especial a nosotros mismos: La ciencia del engaño puesta al descubierto» y la verdad es que, como siempre, me ha encantado. Un libro, al igual que los dos anteriores, lleno de experimentos que sirven para demostrar nuestra irracionalidad.

Hay muchas cosas que me quedo del libro, pero quería comentar una concreta aquí. Lo que Dan Ariely ha tenido a bien llamar, efecto qué demonios. Con uno de sus experimentos quería comprobar si, una vez que hemos sido deshonestos, nos resulta más fácil seguir siéndolo. Y en efecto así sucedía. ¡Qué demonios! Ya que hemos empezado…

Lo que me gusta de este efecto es su aplicación a otros comportamientos, como por ejemplo la generación de nuevos hábitos o la eliminación de los malos. Estamos dejando de fumar, sentimos un momento de debilidad, nos fumamos un cigarrillo y ¡qué demonios! Acabamos fumándonos un paquete entero. O nos ponemos a dieta y quizá debido al cansancio probamos una pequeña porción de ese pastel tan apetitoso y ¡qué demonios! Acabamos comiéndonos el pastel entero, y probablemente alguna cosa más. Igual que si faltamos un par de días al gimnasio y de repente ese par de días se transforman en un par de semanas sin que nos demos cuenta…

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Ojos, cerebro, trabajo en equipo y liderazgo

Ojos, cerebro, trabajo en equipo y liderazgo

Ya sabéis que me encanta la biomimética (imitar a la naturaleza), y el otro día leyendo El punto ciego: Psicología del autoengaño de mi tocayo Goleman, recordé algo con lo que muchos hemos jugado alguna vez cuando éramos pequeños: el experimento del punto ciego. ¿Os acordáis?

El punto ciego es la zona de la retina donde aparece el nervio óptico, y al carecer esta zona de células sensibles a la luz perdemos por completo la sensibilidad óptica. Podemos comprobarlo fácilmente utilizando la imagen de arriba. Solo hay que taparse un ojo, mirar fijamente a la mariposa y acercarnos (o alejarnos) lentamente hasta que perdamos de vista el diamante negro de la derecha.

¿Por qué no nos damos cuenta de esto? Por suerte tenemos dos ojos que hacen un trabajo en equipo increíble, y un buen líder llamado cerebro para orquestar dicho trabajo. El cerebro recrea la imagen final mezclando la información recibida de ambos ojos evitando así esas carencias que tienen por separado.

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Más pasión y menos títulos

Más pasión y menos títulos

Soy consciente de que levantaré algunas ampollas con este post, pero no estaría siendo sincero si no lo escribiera. Creo firmemente que sobran títulos, y falta pasión. Como algunos ya sabéis soy Licenciado en Ciencias Químicas, aunque nunca he ejercido como tal. Sin embargo, he trabajado más de doce años como consultor tecnológico diseñando y desarrollando aplicaciones de software. Y también, aunque de forma esporádica, he trabajado como fotógrafo, videógrafo, formador, coach y alguna cosa más. Se podría decir que siempre he sido culpable de eso que algunos llaman «intrusismo laboral». Y lejos de sentirme culpable, la verdad es que me siento bastante orgulloso de ello.

¿Debe alguien «sin título» ejercer una profesión? Mi respuesta, como si fuera gallego, va en forma de pregunta: ¿está capacitado para ello? Creo que si está capacitado para ello puede y debe ejercerla, tenga o no tenga un título que lo acredite. Y la capacitación no depende única y exclusivamente de un título conseguido a través de un sistema de educación bastante mediocre. Y utilizo mediocre en su más puro significado, ya que se puede obtener casi cualquier título con una nota media de 5…

En mi humilde opinión, los títulos deberían concederse a título póstumo. Si alguien ha demostrado con su trabajo que está capacitado para hacerlo bien, entonces debería ser reconocido como tal. Nunca antes. Si los títulos significaran inequívocamente buenos profesionales, en el mundo actual la gran mayoría de negocios deberían tener un rendimiento excelente. La realidad, sin embargo, nos muestra algo muy diferente.

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¡Así soy yo!

¡Así soy yo!

Aunque el de la foto soy yo no voy a hablar de mi mismo si no de la frase que da título al post. Frase que escucho con frecuencia y que no me gusta demasiado ya que, lejos de justificar un comportamiento, a mi me genera muchas preguntas: ¿por qué eres así? ¿quieres ser así? ¿eres siempre así?

La ciencia ha demostrado que podemos cambiar, y por tanto ya no vale eso del ¡así soy yo! Somos dueños de nuestros actos, y son estos y no nuestras palabras los que nos definen. Como dijo el gran Santiago Ramón y Cajal

Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro

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El Efecto Hawthorne

El Efecto Hawthorne

El otro día me encontré con esto del Efecto Hawthorne en un libro. Lo busqué, leí un poco sobre el tema e inevitablemente me puse a pensar: ¿será esto lo que le pasa a mis coachees? ¿Y a los equipos que lidero? Vayamos por partes ;)

¿Qué es el Efecto Hawthorne?

Según pone en la wikipedia el Efecto Hawthorne es una forma de reactividad psicológica por la que los sujetos de un experimento muestran una modificación en algún aspecto de su conducta como consecuencia del hecho de saber que están siendo estudiados, y no en respuesta a ningún tipo de manipulación contemplada en el estudio experimental.

Es decir, que si estás realizando una serie de cambios en un equipo para mejorar su rendimiento, el motivo de que este mejore puede ser simple y llanamente el saber que están siendo observados, y no los cambios realizados. Si bien no estoy totalmente de acuerdo con este efecto (si creo que influye, pero no que sea exclusivo) pensar un poco en ello me ha venido muy bien. Al fin y al cabo mi trabajo últimamente tiene más que ver con influir en las personas que con cualquier otra cosa.

¿Cuanto es cosa mia? Siempre digo que yo hago más bien poco, ya que al final son las personas con las que trabajo las que, valga la redundancia, hacen el trabajo. Mucha gente me dice que no, que yo tengo mucho que ver con el resultado… tal y como yo lo veo, ¡soy un jardinero!

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¿Dónde prefieres vivir?

¿Dónde prefieres vivir?

Supongo que conoces el símbolo de la foto de portada, ¿verdad? Aunque quizá no hayas oído nunca su verdadero nombre. Se llama taijitu, y es un símbolo que representa los conceptos de la filosofía china del yin y yang y del taiji, o principio generador de todas las cosas. Siempre me ha gustado este símbolo, aunque reconozco que suelo hacer una interpretación bastante libre de su significado y hoy quería compartir con vosotros una de estas interpretaciones.

Volvamos por un momento al título, ¿dónde prefieres vivir? Lo primero que tengo que decir es que no es un dónde geográfico, es un dónde emocional, aunque supongo que a estas alturas esto ya no debería sorprender a nadie. Una vez aclarado esto, vamos con la reflexión de turno ;)

Creo que la vida se asemeja mucho a un taijitu. Hay cosas buenas, malas, muy buenas y muy malas, y si preguntamos a nuestro alrededor sobre lo que cada uno piensa que predomina en su vida podríamos clasificar a las personas dentro de estos cuatro grupos: mi vida es genial, no está mal, podría estar mejor, y el triste mi vida es una mierda. Sin embargo, deberíamos entender de una vez por todas que somos nosotros los que podemos elegir a cuál de estos cuatro grupos queremos pertenecer.

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Liderazgo líquido

Liderazgo líquido

Siempre me ha gustado mucho el tema del liderazgo, concretamente el liderazgo emocional. Tanto, que lo considero uno de los pilares del éxito en los proyectos. Sin embargo, después de leer varios libros y de varios años de experiencia siendo liderado y, en ocasiones, liderando varios proyectos, creo que en los equipos pequeños y auto-gestionados se puede aplicar un estilo de liderazgo diferente. Algo a lo que después de varias semanas de reflexión he decidido llamar liderazgo líquido

Creo que una imagen vale más que mil palabras y por eso la foto de la cabecera ilustra perfectamente este concepto. ¿Habéis visto alguna vez una prueba de ciclismo de pista por equipos? No soy ningún experto en ciclismo pero cada vez que veo (normalmente por azar) una de estas pruebas se me ponen los pelos de punta. Trabajo en equipo en estado puro por un lado, y liderazgo líquido por otro. Todos y cada uno de los miembros del equipo son líderes y liderados durante el transcurso de la prueba.

¿Y si aplicamos esto a las empresas? Recuerdo haber hecho cosas similares (sin ser consciente de ello) y la verdad es que el resultado es increíble. Hay momentos en los que un miembro del equipo, bien por que tiene el estado de ánimo adecuado o porque es el que más conocimiento tiene sobre una fase del proyecto concreta, se pone el primero de la fila y tira de todos los demás. Cuando esta persona flojea o cuando salimos de su zona de máximo rendimiento otro coge el relevo y así hasta el final del proyecto.

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