Seleccionar página

Estoy seguro de que todos habéis tirado alguna piedra a un agua completamente en calma. Es precioso. Primero un pequeño «estruendo» seguido de las increíbles ondas que van disminuyendo en tamaño al alejarse del centro. Y si dejamos pasar el suficiente tiempo todo vuelve a su calma. Parece que ese agua no se haya movido nunca.

¿Podemos aprender algo de este comportamiento? Yo creo que si, ¡podemos aprender mucho!

Nuestro comportamiento tiene mucho que ver con esta forma de funcionar. De repente tenemos una idea y nos parece genial, maravillosa, ¡la mejor idea que hemos tenido nunca! Tanto que en ocasiones abandonamos todo lo que estamos haciendo para ponernos de inmediato con esa idea. ¡Si no lo hacemos ahora nos la van a robar! O cuando de repente hacemos una compra compulsiva porque ¡lo necesito ya!

Hay muchos ejemplos pero todos tienen algo en común: la decisión la están tomando nuestras emociones, no nosotros. Es una especie de secuestro emocional. El problema es que cuando baja el subidón (de dopamina en este caso) nos damos cuenta de lo sobrevalorado de nuestra actuación.

La próxima vez que tengas una idea maravillosa ponla en un papel y, como los buenos vinos, déjala reposar. No hace falta que esperes tanto tiempo como para obtener un gran reserva, pero si el suficiente como para poder volver a echarle un vistazo sin estar «intoxicado» de dopamina y ver si te sigue pareciendo tan maravillosa. En la mayoría de los casos verás que no es así. Y lo mismo sucede con las compras y con otras cuantas cosas más.

La motivación es importantísima y hay que aprovechar esos momentos de subidón, pero hay que hacerlo en la dirección adecuada. La vida está llena de trampas que hacen tambalearse tanto nuestros principios como nuestras escalas de valores y prioridades. Poner una idea en stand-by o retrasar un par de días una compra importante puede conseguir que tanto tú como tu bolsillo os arrepintáis menos veces de los resultados de estos actos compulsivos.

Haz como el agua, espera a que pasen las ondas, y después decide. Nadie te va a quitar tu maravillosa idea por dejarla madurar un par de días, ni vas a ser menos feliz por tener ese último móvil tan genial tan solo un par de días más tarde. Aunque si serás mucho más feliz si cuando decidas que al final no lo necesitas, todavía no te lo has comprado

Bajemos un poco el ritmo. Más rápido no siempre es mejor, aunque nos digan lo contrario a cada instante. ¿Mejor para quién? ;)

Foto: https://www.flickr.com/photos/dmelchordiaz/8406776942