«La vida está llena de detalles que pasan desapercibidos para los que viven con prisa. Y es en los detalles donde se encuentra la magia. Puedes mirar un paisaje en unos pocos segundos pero te dejarás mucho sin ver. Dedícale tiempo, no tengas prisa. Profundiza. Busca luces, sombras, colores, texturas, formas. Míralo una y otra vez, y cada vez descubrirás algo nuevo que añadirá poco a poco más belleza. Porque cuando miras con calma, con paciencia, con atención, con paz, es cuando descubres la verdadera belleza de las cosas. Y de las personas. Tener prisa es perder el tiempo. Relájate, respira hondo y disfruta de todo lo que te rodea. Hay millones de cosas increíbles a tu alrededor. Solo tienes que aprender a mirar con calma para descubrirlas.»
Este post es un poco diferente. El texto que acabáis de leer, que es el mismo texto que aparece en la imagen, lo escribí también este verano, pero sin ninguna intención. Es más, ni siquiera fui yo el que decidió escribirlo. Después de llevar algo más de un mes viviendo en una furgo y compartiendo vivencias con muchas personas, el verano llegaba a su fin y había llegado el momento de las despedidas. Ya no quedaba casi nadie, y mi buen amigo Arturo, autor del dibujo que acompaña al texto en la foto, se iba esa misma tarde. Por algún motivo él había decidido ponerse a dibujar, y cuando iba por la mitad del dibujo le dije que me encantaría saber dibujar para poder hacer algo así. Él me miró y me dijo, ¿y por qué no escribes algo?. Escribe algo que acompañe a mi dibujo, a ti te encanta escribir, ¿no?. Creo que ni siquiera llegué a pensarlo más de un par de segundos… ¡Vale!. Y así lo hice. Gracias por pedírmelo amigo. Nunca había escrito algo así, improvisando, y hacía mucho que no escribía nada en papel… ¡y me encantó!
Quizá no sea uno de mis mejores textos pero me gusta el mensaje que transmite. Sin embargo no es eso de lo que quiero hablar hoy. Hoy quiero hablaros de Arturo, una gran persona, que ese día me mostró (posiblemente sin ni siquiera darse cuenta) algo que podría hacer de este un mundo mejor: compartir, trabajar en equipo, aportando cada uno lo que mejor sabe hacer.
Todos tenemos algún don, algo que se nos da bien y que nos gusta hacer. Pero a veces nos olvidamos de ello mientras observamos las habilidades de los demás, llegando incluso a envidiarlas. Sin embargo la verdad es que no podemos saber de todo. No podemos hacerlo todo bien. Ni es necesario. ¡Para eso está el trabajo en equipo!.
Aquel día yo ni siquiera me había planteado escribir nada. Estaba algo triste y aburrido y observaba como mi amigo Arturo dibujaba, y me daba envidia por no poder hacer lo mismo yo también. Él podría haberme dicho que yo también podría dibujar así, que es solo cuestión de práctica y todas esas cosas que se dicen en esos momentos. Pero hizo algo mejor. Me recordó que a mi me gusta mucho escribir, y que sí podía hacer lo mismo que estaba haciendo él, pero a mi manera: escribiendo. Es cierto amigo; todos podemos hacer las mismas cosas, pero cada uno a su manera. Y cuando las juntamos salen cosas muy bonitas. Al menos yo lo veo así. ¡Gracias una vez más!
P.D. El dibujo y el texto se los regalamos a nuestros amigos de Rompiente Norte, que como siempre nos acogieron en su playa y nos hicieron formar parte de esa gran familia que han ido construyendo con los años. Un pequeño regalo «a nuestra manera» por habernos cuidado tan bien. Gracias amigos.