May 9, 2016 | Blog posts |
Para lo que me pagan, ¡yo paso!
Esta es para mi, sin duda, la frase estrella. La que más veces he escuchado y la que más rabia me da. Es cierto que al principio (y en ocasiones durante toda nuestra vida) no se nos paga demasiado bien. Pero aunque el tema de los salarios en España sea un poco de risa, parte de la culpa la tenemos nosotros. Hay gente que sí consigue tener un salario bastante digno así que no digo que sea fácil, pero imposible no es.
Tal y como yo lo veo, -y así lo he hecho durante toda mi carrera profesional y la verdad es que no puedo quejarme del resultado-, si pensamos que nos pagan poco y después de negociar una subida no la conseguimos, tenemos principalmente dos opciones: conformarnos y quedarnos allí, o buscar otro trabajo en el que nos paguen mejor. Y esta última suele ser la opción acertada, aunque quizá nos interese quedarnos porque estamos aprendiendo mucho o porque nos permita otra serie de cosas que sean importantes para nosotros, como por ejemplo disponer de más tiempo libre (el dinero no los es todo, pero cuando empiezas sé que es algo muy importante).
El problema viene cuando decidimos quedarnos y no tenemos un buen motivo, ya que lo más probable es que empecemos a quejarnos. Todo el día. A todas horas. De todo. Estamos enfadados y eso hace que solo veamos la parte negativa, cosa que nos machaca por dentro. Y también machaca bastante a nuestros compañeros. Además, es bastante probable que nuestro rendimiento empiece a empeorar, que dejemos de aprender, que dejemos de esforzarnos. Y los más perjudicados seremos nosotros mismos.
Cuanto más tiempo pasemos en esa situación menos posibilidades tenemos de que nos suban el sueldo, y menos posibilidades tenemos también de que nos contrate otra empresa y nos pague una pasta. Nadie quiere un empleado con bajo rendimiento y que no hace más que quejarse…
Abr 26, 2016 | Blog posts |
Yo paso de hacer eso, ¡eso no es cosa mía!
Creo que con tanto título, rol, competencia, puesto de trabajo o como le queramos llamar, se nos ha ido de las manos. Y además hemos creado unas estructuras jerárquicas gigantes que, lejos de facilitar el trabajo, lo entorpecen. Y lo hacen porque hemos separado tanto las responsabilidades que, en la mayoría de los casos, hay tareas que no se sabe demasiado bien a quién corresponden. Tareas que quedan en tierra de nadie y que muchas veces, aún siendo necesarias, se quedan sin hacer.
A día de hoy hay muy pocas personas que sean capaces de generar valor por si solas. Vivimos en un mundo acelerado que no para de cambiar. Cada día salen nuevos productos, nuevas tecnologías, nuevas herramientas, nuevas metodologías… Y los intereses de negocio van de un sitio a otro sin parar. Lo que hace 6 meses era lo más importante del mundo hoy le da igual a todos porque ha pasado de moda y «ya no vende». Por eso, y sobre todo en el mundo empresarial, el trabajo en equipo se hace cada vez más necesario. El problema es que, tal y como yo lo veo, muy pocas veces trabajamos en equipo.
Trabajar juntos, en grupo, no es ni de lejos trabajar en equipo.
Para trabajar bien en equipo lo primero que tiene que suceder es que exista un único objetivo, un objetivo común. Un objetivo de equipo. Y todas las personas que pertenezcan a el deben dejar a un lado sus intereses personales por el bien de ese interés común. Cuando trabajamos en equipo no hay cosas de nadie. Y me diréis, ¿y si alguien no hace su trabajo? ¿por qué tengo que hacerlo yo? ¡No es justo!
Abr 19, 2016 | Blog posts |
Yo paso de estudiar en casa, si quieren que aprenda algo nuevo, ¡que me den un curso!
¿Cuántas veces habéis escuchado esta frase? Si lleváis unos años trabajando, estoy seguro que muchas. Si acabáis de empezar os prometo que no tardaréis demasiado en escucharla por primer vez. Y no digo que no tenga parte de razón. Es cierto que las empresas deberían tener buenos programas de formación. Y hay una pequeña historia que me encanta contar cuando se habla sobre formación en el mundo empresarial.
Un día estaban hablando el CEO (Director Ejecutivo) y el CFO (Director Financiero) de una gran empresa sobre el plan de formación del año siguiente. El CFO defendía que no podían pagarles cursos tan caros a los empleados. – ¿Qué pasa si después de pagarles esos cursos, se van? – El CEO le miró, y al más puro estilo gallego le respondió con otra pregunta. – ¿Y qué crees que pasará si no les formamos, y se quedan?
Mejor ni responder, ¿verdad?. La formación es necesaria. Desde el primer día que empiezas a trabajar, hasta el último. Y es cierto que una buena empresa debería ser la primera interesada en tener trabajadores bien formados. El siglo pasado era diferente, las cosas iban a otro ritmo y era relativamente sencillo «vivir de las rentas». Pero a día de hoy, el que no aprende de forma continua se queda atrás. Y además, lo hace muy rápido.
Abr 12, 2016 | Blog posts |
Hace un par de semanas tuve el gran placer de poder compartir mi experiencia con unos estudiantes de grado medio, que pocos días después empezarían un periodo de tres meses de prácticas para concluir su formación de dos años y adentrarse de lleno en el mundo laboral.
Me costó mucho elegir el tema, pero al final lo conseguí y me gustó mucho el resultado, así que he decidido hacer una serie de entradas en el blog con el contenido de la charla. ¡Espero que os gusten!
Empecé con un par de reflexiones.
Nunca os quedéis parados por no poder hacer algo perfecto. Algo un poco menos perfecto, pero terminado, siempre será mejor que algo supuestamente perfecto sin acabar.
Me costó mucho preparar la charla. Me habría resultado muy sencillo contar algunas cosas técnicas, incluso hablarles de alguno de los muchos proyectos en los que he participado. Pero mi objetivo no era enseñarles nada, si no intentar motivarles para que empezaran su carrera profesional con ganas, con la esperanza de que con esfuerzo y trabajo se puede conseguir casi cualquier cosa.
Feb 4, 2015 | Blog posts |
Soy consciente de que levantaré algunas ampollas con este post, pero no estaría siendo sincero si no lo escribiera. Creo firmemente que sobran títulos, y falta pasión. Como algunos ya sabéis soy Licenciado en Ciencias Químicas, aunque nunca he ejercido como tal. Sin embargo, he trabajado más de doce años como consultor tecnológico diseñando y desarrollando aplicaciones de software. Y también, aunque de forma esporádica, he trabajado como fotógrafo, videógrafo, formador, coach y alguna cosa más. Se podría decir que siempre he sido culpable de eso que algunos llaman «intrusismo laboral». Y lejos de sentirme culpable, la verdad es que me siento bastante orgulloso de ello.
¿Debe alguien «sin título» ejercer una profesión? Mi respuesta, como si fuera gallego, va en forma de pregunta: ¿está capacitado para ello? Creo que si está capacitado para ello puede y debe ejercerla, tenga o no tenga un título que lo acredite. Y la capacitación no depende única y exclusivamente de un título conseguido a través de un sistema de educación bastante mediocre. Y utilizo mediocre en su más puro significado, ya que se puede obtener casi cualquier título con una nota media de 5…
En mi humilde opinión, los títulos deberían concederse a título póstumo. Si alguien ha demostrado con su trabajo que está capacitado para hacerlo bien, entonces debería ser reconocido como tal. Nunca antes. Si los títulos significaran inequívocamente buenos profesionales, en el mundo actual la gran mayoría de negocios deberían tener un rendimiento excelente. La realidad, sin embargo, nos muestra algo muy diferente.