Si si, no me he vuelto loco. Aunque como supongo que para la mayoría de vosotros el día empieza cuando os despertáis, pensaréis que ya no hay nadie a los mandos de mi querido cerebro. Suena un poco prepotente pero espero que muchos cambiéis de opinión después de leer este post ;)
Comenzaba diciendo que el día empieza al acostarte, y por eso desde hace un tiempo tengo en mi mesita de noche lo que podéis ver en la foto: un libro, una llave para quillas y una tarjeta de nosolocoaching (si, esta web). No son cosas que suela utilizar estando en la cama (el libro si, aunque normalmente no leo en la cama), sin embargo me recuerdan que tengo que leer un rato cada día para seguir aprendiendo cosas nuevas, que tengo que entrenar si quiero seguir surfeando cuando tenga la oportunidad de acercarme al mar, y que aunque ahora mismo no me sobre el tiempo tengo que seguir escribiendo posts como este si quiero mantener vivo este pequeño proyecto al que tanto cariño le tengo…
Cada noche, antes de dormirme, hago una evaluación rápida sobre cómo van las cosas y decido dónde pondré más peso el día siguiente. Si llevo unos días sin entrenar planifico el día en función del entrenamiento que quiero hacer (si, pongo el entrenamiento como elemento principal del día), si llevo tiempo sin leer me dejo libre un rato por la tarde porque por la noche sé que estaré cansado y me dará pereza, si llevo tiempo sin escribir me reservo un rato para meditar (se me suelen ocurrir ideas cuando me relajo y salgo del ritmo diario). Si todo va bien y considero que está equilibrado simplemente sonrío e intento dormirme pensando en nuevas ideas.
No tengo ninguna evidencia científica que justifique este comportamiento, pero si puedo contaros la experiencia personal que hizo que mis días empezaran al acostarme. Como ya sabréis hace poco más de dos años pasé tres veces por quirófano. De la primera operación no recuerdo prácticamente nada (supongo que estaba más sedado y más débil), pero recuerdo que el despertar de la segunda operación fue bastante traumático. Se suponía que me iban a drenar un poco y me levanté entubado y rodeado de gente (la cosa se complicó y tuvieron que volver a abrir y por eso me desperté entubado, cosa que no esperaba). No entendía nada y no podía hablar, así que no podía comunicarme (lo intenté dibujando en unas hojas de papel pero como posteriormente pude comprobar, la mayoría de lo que intenté escribir era totalmente ilegible)
El caso es que un día antes de la tercera y última operación vino a visitarme el anestesista y me explicó un poco el procedimiento, haciendo hincapié en que me despertaría entubado pero que procederían a realizar la extubación tan rápido como fuera posible. Habían realizado un estudio y habían comprobado que la gente se despierta menos nerviosa si sabe cómo se va a despertar, y en efecto así fue. Me desperté entubado pero no estaba nervioso, no tenía nada que ver con la vez anterior. Solo estaba pasando lo que tenía que pasar.
Pasado un tiempo empecé a pensar en esto, y empece a condicionar mis despertares cambiando lo que me acompañaba a la hora de dormirme. Pude comprobar cómo cuando me acostaba pensando en las cosas que me gustan me levantaba con muchas más ganas de hacer cosas que cuando me acostaba teniendo pensamientos negativos o dándole vueltas a algún miedo. Quizá sólo sea sugestión, pero me gusta pensar que el mejor momento para elegir un motivo para despertarnos es justo antes de dormir, y cuando no lo tenemos nos despertamos ya con menos fuerzas…
Empieza el día al acostarte, busca un motivo para despertarte al día siguiente y descansa, lo necesitarás para llevarlo a cabo ;)