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Prioriza y empieza

¿Sabías que al cerebro no le gusta dejar cosas a medias? Seguro que has jugado, o al menos has oído hablar del Tetris. Uno de los juegos más simples y absurdos (no tiene ninguna finalidad mas que ordenar piezas sin fin), y también de los más adictivos de la historia. Pues parte de su éxito se basa en la necesidad del cerebro de terminar tareas.

El Efecto Zeigarnik define la tendencia a recordar tareas inacabadas o interrumpidas con mayor facilidad que las que han sido completadas. La psicóloga Bliuma Zeigarnik se interesó por este fenómeno al observar cómo un camarero era capaz de recordar fácilmente una larga lista de pedidos pendientes, y sin embargo, difícilmente recordaba los platos que acaba de servir.

Para realizar dicho estudio tomó cierto grupo de sujetos que debían efectuar una serie de 18 a 21 tareas sucesivas (enigmas, problemas de aritmética, tareas manuales…). La mitad de esas tareas eran interrumpidas antes de que los individuos pudieran acabarlas. Eran precisamente las tareas interrumpidas y estructuradas las que los sujetos evocaban después con más fuerza. Las tareas de características inestructuradas se perdían a menudo sin dejar huella en la memoria.

Este efecto se basa en las motivaciones de terminación.

El valor de las cosas

Después de darle muchas vueltas he decidido empezar el blog con una historia. Una bonita historia zen que espero os incite a la reflexión. Antes de empezar un cambio tenemos que situarnos. Muchos tienen claro el destino, pero si no conocemos el origen difícilmente podremos trazar nuestra ruta. Para dar el primer paso lo fundamental es saber dónde estamos, y no dónde queremos llegar. Igual que para encontrarse hay que perderse, no buscarse ;)

No me entretengo más, os dejo ya con la historia, ¡espero que la disfrutéis!

El valor de las cosas

Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más? El maestro, sin mirarlo, le dijo:

-Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después… -y haciendo una pausa agregó- Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

-Eh… encantado, maestro -titubeó el joven- pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.