Hasta finales del siglo pasado (1999) la neurociencia pensaba que, una vez alcanza la edad adulta, el cerebro era inalterable. Ni nacían nuevas neuronas ni podían modificarse las funciones de sus estructuras. ¡Menudo plan! Por suerte a día de hoy sabemos que eso es mentira, y tanto neurogénesis como neuroplasticidad (nacimiento de nuevas neuronas y establecimiento de nuevas conexiones) son una realidad demostrada incluso en la edad adulta. Esto significa que podemos aprender cosas nuevas y que podemos cambiar nuestra forma de pensar. Solo hay un problema en todo esto, y es que para un adulto, cambiar su manera de pensar implica aceptar que estaba equivocado, y eso no sucede con demasiada frecuencia. Para aprender tenemos que estar dispuestos a cambiar de opinión. El cerebro está cambiando constantemente, y ya va siendo hora de responsabilizarnos de dicho cambio.
Os dejo un interesantísimo vídeo de un capítulo de Redes donde Richard Davidson y Daniel Goleman, junto con la colaboración de Takao K. Hensch, Matthieu Ricard, y Tenzin Gyatso (actual Dalai Lama) nos cuentan sus descubrimientos sobre el cerebro.
Cambiar el cerebro para cambiar el mundo
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