Seleccionar página

Quizá todavía no hayáis escuchado el término «secuestro emocional» (si me conoces seguro que sí), pero todos hemos sido secuestrados muchas veces. ¡Algunos incluso varias veces al día! En las situaciones críticas la amígdala (llamémosla cerebro emocional o primitivo) toma el control sobre el neocórtex (cerebro racional, moderno, evolucionado), lo que significa que perdemos la capacidad de razonar y actuamos por instinto. Y este instinto no es más que una serie de respuestas automáticas que en algún momento de nuestras vidas aprendimos, y que ahora repetimos sin juicio alguno.

El problema es que suele ser en la infancia donde se establecen todas estas respuestas automáticas y, espero que estéis todos de acuerdo conmigo, sin duda no es la mejor edad para decidir cómo vamos a comportarnos el resto de nuestras vidas. Pensar por un momento en la típica discusión de enamorados. Son como niños, ¿verdad? ¿Y cuándo el jefe explota? Comportamiento infantil, irracional… ¿lo vas pillando? ;)

Lo que en su momento fue un mecanismo perfectamente válido para la supervivencia del ser humano -salir corriendo ante un peligro es tan válido para un niño como para un adulto- deja de tener sentido en la vida actual. Hace mucho que salimos de las cavernas pero nuestro cerebro no evoluciona tan deprisa.

Por suerte no está tan mal diseñado y nos da una oportunidad. Pero es una oportunidad fugaz, y por eso es muy necesario conocerla y aprender a utilizarla. El cerebro nos da un cuarto de segundo antes de proceder al secuestro. ¡Un cuarto de segundo! Parece poco pero creedme, es suficiente.

La neurociencia revela que tenemos un cuarto de segundo mágico durante el cual podemos rechazar un impulso emocional destructivo…El primer paso es lograr detectar estos hábitos emocionales, porque a menos que los logremos detectar y retar a medida que se disparan con los eventos de la vida diaria, ellos dictarán cómo percibimos y cómo reaccionamos… Las fijaciones emocionales son así: si logras verlas con claridad, sin ofuscación, pierden el poder de controlarte… Empezamos a gestionar una emoción negativa en cuanto somos conscientes de ella

 

Alquimia emocional, Sara Bennett-Goleman

Ahí está la clave, ¡ser conscientes! Os pongo un ejemplo muy sencillo que puedo contar en primera persona ya que fue mi primera victoria contra un secuestro emocional (al menos la primera que recuerdo). Hace 8-9 años empezaba a interesarme por estas cosas de la inteligencia emocional. Acababa de romper una relación muy larga y me sentía bastante perdido, así que empecé a leer y a meditar para intentar saber qué me estaba pasando y cómo lo podía solucionar. En ese orden.

Por aquel entonces yo iba todos los días a trabajar en coche, y en el típico desvío donde se forma atasco y siempre se intenta colar alguno, me ponía tenso. ¡No quería que se colara nadie! Supongo que por todo lo que estaba leyendo y pensando sobre el tema, de repente una mañana, justo cuando empezaba a ponerme tenso, pensé: ¿y que más da? Hay mucho listo, si, pero también hay gente despistada que no le ha dado tiempo a cambiarse antes de carril… Y aunque sea un listo, también hay criminales por la calle y no por eso me pongo a pegar tiros… igual esto tiene que ver con eso de los secuestros emocionales»

Efectivamente, por algún motivo (probablemente por imitación, al igual que sólo es necesario que salga volando un gorrión para que toda la bandada le siga «por si acaso») había adquirido un comportamiento que ejecutaba cada día sin tan siquiera ser consciente. Y no me gustaba. Cuando pude darme cuenta de mi automatismo y me puse a meditar un poco al respecto mi comportamiento cambió. Empecé a sonreír cada vez que alguien se intentaba colar, y le cedía el paso. Los pocos segundos de diferencia y la posibilidad de tener un pequeño golpe no eran motivo suficiente como para defender una posición en una absurda cola de coches. Además, ahora veía la tensión en las caras de los que intentaban colarse y me daban pena. Nos acabamos de levantar y ya vamos con un nivel de estrés encima bastante preocupante…

¡Incluso llegué a anticiparme! Al principio era cuando empezaba a notarme tenso cuando frenaba la emoción y actuaba entonces como había decidido que quería actuar. Pero poco a poco, a medida que iba generando un nuevo hábito, llegué a anticiparme y prácticamente a anularla por completo. Poco antes de llegar a ese punto ya sabía cómo iba a intentar reaccionar mi cuerpo, así que yo empezaba a recordarme a mi mismo lo que había decidido antes de que la emoción intentara sacar la cabeza. ¡Era genial! Había aprendido a frenar un comportamiento adquirido que no me gustaba y a cambiarlo por uno que si. ¡Y lo había decidido de forma consciente!

Os puedo asegurar que algo tan sencillo hizo que empezara a plantearme muchas cosas, y poco a poco, observándome primero y meditando un poco después, fui decidiendo cómo quería comportarme y moldeando mi cerebro para conseguirlo. A día de hoy he cambiado muchas cosas de mi vida, y de vez en cuando sigo cambiando alguna (aunque con menos frecuencia). Ahora vivo la vida que quiero vivir, teniendo en cuenta lo que si puedo y lo que no puedo controlar.

Muchos dicen que prefieren dejarse llevar, que ellos son así. Yo, como soy así de antisistema, decidí cambiar las cosas que no me gustaban y dejar de ser quien era, para empezar a ser quien quería ser ;) ¿Y tu? ¿Qué decides?