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Se acerca el inicio de un nuevo año y como siempre mucha gente hará una lista de buenos propósitos. Este año voy a hacer más deporte, voy a comer mejor… ¿Por qué esperar? Si de verdad quieres cambiar algo, ¡hazlo ya! Y lo que es peor, y un poco más doloroso, ¿qué sucedió con los buenos propósitos del año pasado?

Y es que empezamos mal desde el principio. Solemos seguir el siguiente patrón, «cambiaré cuando…». En cuanto empiece el año me apunto al gimnasio, cuando tenga más tiempo libre leeré más, a partir del lunes dejo de fumar, les trataré de otra forma cuando ellos cambien… hay un millón de ejemplos. Y estaréis conmigo en que no es un patrón del que podamos obtener muy buenos resultados, ¿verdad? Sin embargo, lo que si nos da es una gran cantidad de excusas para evitar sentirnos mal con nosotros mismos.

Las personas solo cambiamos de verdad cuando nos damos cuenta de las consecuencias de no hacerlo

Mario Alonso Puig

¿Qué os parece si este año cambiamos de técnica? Lo primero es acercar el momento de inicio al momento de la toma de decisión. Cuanto más tiempo pasa desde que decides hacer algo hasta que lo haces, más aumenta la probabilidad de que no lo hagas. Perdemos fuelle. Hay que aprovechar lo que sea que en ese momento nos ha dado fuerzas para admitir que tenemos que cambiar algo para dar el primer paso y actuar. Sabemos hacerlo, pero normalmente lo hacemos al revés y cuando nos dejamos llevar por este tipo de arrebatos solemos terminar haciendo algo de lo que luego nos arrepentimos.

Otra cosa que tampoco hacemos demasiado bien en la fijación de objetivos es que no concretamos. Claro, que así es más fácil permitirnos «fallar». Si decimos cosas como voy a comer mejor o voy a hacer más deporte no estamos diciendo nada. Voy a comer una pieza de fruta todos los días y voy a salir a correr 3 días a la semana, eso ya empieza a ser algo concreto, alcanzable, medible. Y podemos mejorarlo aún más, estableciendo en qué momento del día comeremos esa pieza de fruta (desayuno, mediodía, postre…) y que días concretos saldremos a correr. ¡Y si establecemos el tiempo de entrenamiento antes de salir mejor todavía!

Para terminar, no podemos olvidarnos de medir, de evaluar no nuestros resultados, sino nuestro proceso. ¿Estoy haciendo lo que dije que iba a hacer? Y al igual que en el primer punto, el tiempo aquí también es clave. Si queremos comer una pieza de fruta al día tenemos que hacer un seguimiento diario, y si queremos salir a correr 3 días a la semana podemos hacerlo semanal (aunque sería mejor hacerlo diario si hemos elegido los días concretos en que vamos a salir a correr)

Cambiar no es sencillo, requiere esfuerzo, disciplina, motivación y carácter. Por suerte todas estas cosas dependen única y exclusivamente de nosotros. Elimina el «cuando…» y quédate con el cambiaré. Luego pásalo al presente hasta que puedas hablar de ello en pasado y decir, ¡he cambiado!